Sueños, alegrías, tristezas, esos noventa minutos llenos de
emoción, de sudor y de nerviosismo. Son veintidós jugadores que en el terreno
de juego entregan el corazón, dejando sus sueños en un equipo que espera que la
unidad los lleve adelante.
Son los golpes que cada uno anota, por los cuales no
desisten. Ese coraje de mostrar quien se ha esforzado más. Es competencia,
porque cualquiera puede ganar, es un juego de aventura, porque hay que
arriesgarse a tirar, es un juego de amor, porque cada uno deja su corazón.
En un partido cada jugador es un personaje, con un mismo
objetivo en el cuento, pero con diferente misión. Todos desempeñan un papel característico
que en unión forma una gran novela. Juntos forman una armonía y que cada uno
complete su rol es de gran importancia. El portero, esa persona que aunque no
corre, no ataca, no hecha goles, está ahí para defender, para decirle al otro
equipo, que nada entra en su propia casa. La defensa, la ayuda de ese portero,
es quien no deja que algo amenace la seguridad de su meta. Los volantes se
ubican al centro y están ahí para empezar a generar jugadas y hacer ayudar a su
delantero a asustar al portero contrario y
definir un magnífico gol.
Es un deporte fuerte, en el que cualquiera puede salir
golpeado, pero también es justo, donde se cuenta con la intervención de cuatro
personas de gran importancia, los árbitros quienes se encargan de decidir si
hay alguna falta o algún error durante el juego. Nos muestra que las personas
tenemos capacidad de decidir, sabemos distinguir entre lo bueno y lo malo. No
se necesitan cámaras de video, solo la pasión de esa persona que juzga por su
propio amor a este juego.
Pero además de los jugadores, están los admiradores. Esas
personas que sin importar el resultado siempre están ahí, con ganas y agallas,
dispuestos a apoyar a aquellos que se están esforzando en ese patio verde de
90x45 metros. Son aquellos que dejan sus risas y lágrimas por ese partido, que
no significa solo un simple juego, sino uno de vida.
Este deporte requiere pasión, que al final de cuentas, solo
es cimentada con la llegada de ese gol, ese tan ansiado premio a tanta lucha.
Eso es el fútbol, el gol que llega después de presionar, de intentar. La
satisfacción de entregar todo por tener esos puntos en una tabla de posiciones
y la generosidad del público a la llegada de uno.
El fútbol es vida, es acariciar el balón, es amor a la pelota, a la cancha,
a un equipo, es amistad.
